El tiempo, más tarde o más temprano, acaba por cerrar las heridas, que no las cicatrices, pero al menos ya no queman. Una vez te desintoxicas resurges de tus propias cenizas cual Ave Fénix después de morir. En cierto modo todos morimos emocional y psíquicamente después de una mala racha. Nadie espera enturbiar su remanso de paz y ese viaje que tanto esperabas desde hacía meses con una visita a la UCI, ni que todo el viaje vendrá acompañado de la sombra de la incertidumbre. Pero conforme el viaje llega a su fin las piezas del puzzle van encajando poco a poco y todo acaba por volver a la paz y tranquilidad que en realidad nunca has querido, pero mejor así que con malas noticias de por medio.
Como decía, mueres, sí, pero luego resurgirás con más fuerza que nunca, con los ojos bien abiertos, preguntándote por qué a veces eres capaz de dar tanto por alguien que no te das cuenta que ese alguien te está matando lenta y agónicamente. Desintoxicación, esa es la parte más complicada. Pero una vez la pasas.... Tienes la certeza de que nunca volverás atrás.
Y es cuando despliegas tu alas y vuelas alto, muy alto, viendo a Ícaro caer mientras tú sigues adelante, rumbo a un nuevo amanecer que no tiene por qué terminar hasta que tú lo decidas.
[ Hoy te acercas... Mañana te vas... No eres alguien de quien me pueda fiar ]
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