De nuevo volvemos a las decisiones que te cuesta la vida tomar y que al final acaban por ser las correctas. El problema no es sólo lo que duele tomar la decisión, también lo es el tiempo que tardas en darte cuenta que realmente era la única solución posible. Otras veces es más fácil porque ese periodo de latencia es efímero. Me refiero a esas decisiones que definen el futuro de dos personas. Tú te pasas horas y días dándole vueltas, y tomas una decisión que tu corazón lucha por rechazar y acaba por desgarrarte en lo más profundo. La comunicas. Y te das cuenta, tristemente, porque ya no queda otra cosa que tristeza, que la otra mitad de la ecuación no se inmuta, no le afecta, se mantiene impasible, no le recorre ningún tipo de sentimiento... La ausencia de dolor demuestra, una vez más, que has tomado la decisión acertada.
[ Dejaré que el corazón me lleve donde quiera... ]
No hay comentarios:
Publicar un comentario