23 de diciembre de 2011

Demasiado para soportarlo más tiempo

Y allí, plantada ante esa puerta que la separa de la vana ilusión de un amor que en el fondo duda que existiera, se debate entre coger el primer tren al mejor reencuentro de la historia o quedarse en tierra sola, una vez más. ¿Qué amor habría sido capaz de abandonarla en medio de la nada cuando más necesitaba de su abrazo? Lo sabe. Lo piensa. Lo lleva meditando semanas, pero se negaba a creer. Ella luchaba día a día, minuto a minuto que no estaba junto a él, pero el corazón del chico de la sonrisa bonita se fue mucho tiempo antes de que sus labios le dieran un último beso que pretendía decir "ven conmigo" pero que no la echarían de menos demasiado tiempo.

A penas estuvo plantada en mitad de un paso un par de segundos que se alargaron un par de siglos. Los últimos meses de su vida pasaron ante sus ojos: un texto en la pantalla de un ordenador, unas cuantas sonrisas telefónicas, el primer "te echo de menos", una canción, dormir juntos a cientos de km de distancia el uno del otro, un billete de avión, una promesa, una sonrisa, un beso, otro, un trapito negro, un par de viajes por un país extranjero y desconocido, un CD, muchas nöches juntos, un te quiero... Un adiós.

Una tira cinematográfica de imágenes difusas que le hicieron darse cuenta de que la había abandonado, que se había ido tan lejos que el día en que ella más le necesitaba ni siquiera podía coger un tren para verle unos minutos y volver a tiempo para ir al trabajo. Él estaba demasiado lejos. Demasiado lejos para todo. Y ya no podía pasar más tiempo evitando una realidad que tocaba a su puerta incesantemente. Estaba demasiado lejos, física y emocionalmente.

Y en ese preciso instante en que las últimas piezas del rompecabezas encajaron su corazón dejó de luchar, su mente se relajó, su cuerpo empequeñeció y se dejó llevar por el viento de Poniente, y el ensordecedor ruido de platos rotos impidió que ella volviera a escuchar su propio latido. Se podría decir que hasta el momento... No ha vuelto a latir.

21 de diciembre de 2011

Adiós, mi niño, adiós...

Todos, incluso los más solitarios y ermitaños, necesitan que les cuiden, o al menos que de vez en cuando les escuchen. Siempre te enseñan a escuchar, a apoyar, a prestar tu ayuda, a echar una mano cuando alguien te lo pide o lo necesita. Pero nadie te enseña nunca qué debes hacer cuándo tú la pides y te es denegada. Y aún peor, qué debes hacer cuando el que te niega su ayuda, aún sin ser consciente que lo hace, es una de las personas que más te importan en ese momento.

Poco a poco te siento cada vez más lejos de mí, pero creo que soy yo la que ha echado a andar y, en la distancia, sabe que es lo mejor y correcto, aunque cada paso que dé la desgarre por dentro y le haga querer volver. Ya nunca lo haré. Ya nunca volveré. Las decisiones más difíciles de tomar son las que te rompen el corazón. Pero siempre acaban por ser las correctas.


[ Como quien parte poco a poco y para siempre ]

20 de diciembre de 2011

Visitando el Sepulcro Blanco

No te das cuenta de lo mucho que echas de menos algo o alguien hasta que vuelves a casa tras varios meses y recorres esos lugares donde siempre le veías. Y ya no viene corriendo a saludarte al entrar por la puerta. Ya no hay saltos de alegría. Ya solo hay silencio. Y ahí empiezas a ser consciente de tu pérdida. Pero lo peor aún está por llegar. Lo peor llega cuando sacas fuerzas para visitar su tumba. Y piensas llevar unas flores. ¿Para qué? Ya no las puedes oler. Y a dos metros de distancia, cuando casi podrías estirar el brazo y tocar la cruz... las lágrimas nublan tu vista. Y te das la vuelta y echas a correr, para escapar. Muy lejos, donde no te persiga su recuerdo.


Da igual, toda la casa lleva su nombre escrito. Cuánto se te echa en falta...

11 de diciembre de 2011

Dame un arma

Que se carguen a este silencio que inunda la casa. No lo quiero volver a escuchar.

No deja de doler

De haberlo sabido... Lo hubiera dado todo en un principio.
De haberlo sabido... No hubiera sido tan dura contigo. Y no habría habido corazón en la garganta.

Peor que el olvido fue frenar las ganas de verte otra vez...
Peor que el olvido... sería volverte a ver.

Me sobran motivos... Pero me faltas tú sobre la cama.

Y cuando más necesito de tu madrugada... Tú ya te has ido. Y eso me parte en dos el alma.
Porque yo... no hubiera dudado en quedarme contigo.

Y de haber sabido como yo te...


[ Cartas para Nadie ]

7 de diciembre de 2011

Nöche 1

El primer corte es el más profundo. Nada se ve con claridad en este punto. Darte una nöche para hundirte significa que al día siguiente irás emergiendo poco a poco hasta la superficie. Llorar es bueno. El día que se te secan las lágrimas empiezas a superar el daño que te hace derramarlas. Voy a darme el tiempo que mis ojos necesiten. Y después... después ya no habrá marcha atrás.

La Nöche número 1 ya ha comenzado. A partir de aquí sólo cabe ir mejorando.