21 de diciembre de 2011

Adiós, mi niño, adiós...

Todos, incluso los más solitarios y ermitaños, necesitan que les cuiden, o al menos que de vez en cuando les escuchen. Siempre te enseñan a escuchar, a apoyar, a prestar tu ayuda, a echar una mano cuando alguien te lo pide o lo necesita. Pero nadie te enseña nunca qué debes hacer cuándo tú la pides y te es denegada. Y aún peor, qué debes hacer cuando el que te niega su ayuda, aún sin ser consciente que lo hace, es una de las personas que más te importan en ese momento.

Poco a poco te siento cada vez más lejos de mí, pero creo que soy yo la que ha echado a andar y, en la distancia, sabe que es lo mejor y correcto, aunque cada paso que dé la desgarre por dentro y le haga querer volver. Ya nunca lo haré. Ya nunca volveré. Las decisiones más difíciles de tomar son las que te rompen el corazón. Pero siempre acaban por ser las correctas.


[ Como quien parte poco a poco y para siempre ]

No hay comentarios:

Publicar un comentario