- Ya sé que no te gustan las flores, pero esta nöche estás preciosa.
- Jajajaj ¿Y qué tiene que ver una cosa con la otra?
- Que en nöches como esta te regalaría todas las flores del universo para poder verte sonreír una vez más de esa forma que a mí me gusta.
- No sé a qué forma te refieres, ¡yo siempre sonrío igual!!
- Me refiero a la sonrisa de la primera vez que te hice reír, a tus ojos de sorpresa, como si no llevaras meses viéndome por los pasillos.
La chica se sonrojó y apartó la mirada, recordando. Pero él continuó hablando mientras la observaba detenidamente.
- Creo que esta flor la vas a guardar. De hecho estoy seguro de que la vas a tener al lado de tu cama cada día. Y cada vez que la veas vas a sonreír de esa forma.
Sacó de debajo de la mesa una flor hecha con una servilleta, en una pajita negra, como el regalo más preciado que alguien puede regalar, y se la dio a la joven, quien sorprendida no pudo hacer más que sonreír.
- ¿Ves? Ésa es la sonrisa que a mí tanto me gusta.
[ Los pequeños detalles son los que conforman los grandes recuerdos ]
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