Hay decisiones que uno toma y al tiempo se arrepiente. Vuelve
atrás. Te preguntas, ¿y si me precipité? Eran malos tiempos, estaba
influenciado por discusiones, personas o circunstancias. Excusas. El problema
es que a veces nos puede la ira y lo pagamos con palabras. ¿Se lleva el viento
las palabras? No. Es inútil engañarse. Porque, ¿quién quiere olvidar cómo
alguien le ofende? Quiero decir, que cuando alguien te importa, o le quieres, o
cambiarías el sentido rotatorio de la Tierra para verle sonreír, y te insulta,
o te ofende, o te da donde más te duele intencionadamente, ¿merece la pena
olvidarlo? Yo creo que algún día simplemente deja de doler, pero que nunca se
olvida. Porque lo que quema deja cicatriz. No creo que debamos olvidarlo. Una persona
que te hace algo tan grave no merece tu tiempo, ni tu calor, ni tu comprensión.
No hay comprensión que valga. No creas sus palabras. Jamás escuches sus
insultos. Búscate a ti mismo, asegúrate de quién eres y no lo olvides. Que nadie
te haga cambiar tu opinión de ti mismo. Y recuerda: en cuestión de amigos la
calidad siempre es preferible a la cantidad. Y una persona que te quiere y a
quien realmente importas… no te deja en la estacada, ni te clava un puñal por
la espalda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario