4 de septiembre de 2012

Odio y otros recuerdos

Acabo de leer un libro en el que la protagonista comienza a vomitar sin poder parar y un chico que a penas la conoce le recoge el pelo con las manos, para evitar que se le ensucie. Una imagen me ha venido a la cabeza. La vez que visité Cambridge, algo que comí me sentó mal y estuve a punto de vomitar en un parque. Por lo general una chica que vomita tiene altas posibilidades de llorar después. Física y Anatomía femenina. Yo recuerdo que no llegué a vomitar pero sí recuerdo quedarme tirada en un parque apretándome fuerte el estómago para que doliera menos, mientras lloraba, y después andar sola dando vueltas en lo que llegaba el bus a Londres. Nadie me preguntó si estaba bien. Nadie me preguntó qué tal me encontraba. Nadie me sujetó el pelo. Nadie me dio un abrazo. Más bien, la persona con la que iba, al ver que iba a vomitar, echó a andar en dirección contraria y se quedó varios metros más adelante parado, esperando a que me repusiera. Y hasta que no llegamos a la ciudad no me dirigió la palabra.

Eso me hace pensar en lo que a veces tragamos y fingimos no ver por culpa de un sentimiento. Delante tuya alguien te demuestra hasta que mínimo punto le importas y sin embargo nosotras seguimos al pie del cañón. Con semejantes personas rodeándote y dándote amor, pretendiendo que te quieren con locura, ¿para qué quiere una tener enemigos?


[ Personas por las q no vale la pena luchar y otros cuentos de terror ]

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