23 de diciembre de 2011

Demasiado para soportarlo más tiempo

Y allí, plantada ante esa puerta que la separa de la vana ilusión de un amor que en el fondo duda que existiera, se debate entre coger el primer tren al mejor reencuentro de la historia o quedarse en tierra sola, una vez más. ¿Qué amor habría sido capaz de abandonarla en medio de la nada cuando más necesitaba de su abrazo? Lo sabe. Lo piensa. Lo lleva meditando semanas, pero se negaba a creer. Ella luchaba día a día, minuto a minuto que no estaba junto a él, pero el corazón del chico de la sonrisa bonita se fue mucho tiempo antes de que sus labios le dieran un último beso que pretendía decir "ven conmigo" pero que no la echarían de menos demasiado tiempo.

A penas estuvo plantada en mitad de un paso un par de segundos que se alargaron un par de siglos. Los últimos meses de su vida pasaron ante sus ojos: un texto en la pantalla de un ordenador, unas cuantas sonrisas telefónicas, el primer "te echo de menos", una canción, dormir juntos a cientos de km de distancia el uno del otro, un billete de avión, una promesa, una sonrisa, un beso, otro, un trapito negro, un par de viajes por un país extranjero y desconocido, un CD, muchas nöches juntos, un te quiero... Un adiós.

Una tira cinematográfica de imágenes difusas que le hicieron darse cuenta de que la había abandonado, que se había ido tan lejos que el día en que ella más le necesitaba ni siquiera podía coger un tren para verle unos minutos y volver a tiempo para ir al trabajo. Él estaba demasiado lejos. Demasiado lejos para todo. Y ya no podía pasar más tiempo evitando una realidad que tocaba a su puerta incesantemente. Estaba demasiado lejos, física y emocionalmente.

Y en ese preciso instante en que las últimas piezas del rompecabezas encajaron su corazón dejó de luchar, su mente se relajó, su cuerpo empequeñeció y se dejó llevar por el viento de Poniente, y el ensordecedor ruido de platos rotos impidió que ella volviera a escuchar su propio latido. Se podría decir que hasta el momento... No ha vuelto a latir.

21 de diciembre de 2011

Adiós, mi niño, adiós...

Todos, incluso los más solitarios y ermitaños, necesitan que les cuiden, o al menos que de vez en cuando les escuchen. Siempre te enseñan a escuchar, a apoyar, a prestar tu ayuda, a echar una mano cuando alguien te lo pide o lo necesita. Pero nadie te enseña nunca qué debes hacer cuándo tú la pides y te es denegada. Y aún peor, qué debes hacer cuando el que te niega su ayuda, aún sin ser consciente que lo hace, es una de las personas que más te importan en ese momento.

Poco a poco te siento cada vez más lejos de mí, pero creo que soy yo la que ha echado a andar y, en la distancia, sabe que es lo mejor y correcto, aunque cada paso que dé la desgarre por dentro y le haga querer volver. Ya nunca lo haré. Ya nunca volveré. Las decisiones más difíciles de tomar son las que te rompen el corazón. Pero siempre acaban por ser las correctas.


[ Como quien parte poco a poco y para siempre ]

20 de diciembre de 2011

Visitando el Sepulcro Blanco

No te das cuenta de lo mucho que echas de menos algo o alguien hasta que vuelves a casa tras varios meses y recorres esos lugares donde siempre le veías. Y ya no viene corriendo a saludarte al entrar por la puerta. Ya no hay saltos de alegría. Ya solo hay silencio. Y ahí empiezas a ser consciente de tu pérdida. Pero lo peor aún está por llegar. Lo peor llega cuando sacas fuerzas para visitar su tumba. Y piensas llevar unas flores. ¿Para qué? Ya no las puedes oler. Y a dos metros de distancia, cuando casi podrías estirar el brazo y tocar la cruz... las lágrimas nublan tu vista. Y te das la vuelta y echas a correr, para escapar. Muy lejos, donde no te persiga su recuerdo.


Da igual, toda la casa lleva su nombre escrito. Cuánto se te echa en falta...

11 de diciembre de 2011

Dame un arma

Que se carguen a este silencio que inunda la casa. No lo quiero volver a escuchar.

No deja de doler

De haberlo sabido... Lo hubiera dado todo en un principio.
De haberlo sabido... No hubiera sido tan dura contigo. Y no habría habido corazón en la garganta.

Peor que el olvido fue frenar las ganas de verte otra vez...
Peor que el olvido... sería volverte a ver.

Me sobran motivos... Pero me faltas tú sobre la cama.

Y cuando más necesito de tu madrugada... Tú ya te has ido. Y eso me parte en dos el alma.
Porque yo... no hubiera dudado en quedarme contigo.

Y de haber sabido como yo te...


[ Cartas para Nadie ]

7 de diciembre de 2011

Nöche 1

El primer corte es el más profundo. Nada se ve con claridad en este punto. Darte una nöche para hundirte significa que al día siguiente irás emergiendo poco a poco hasta la superficie. Llorar es bueno. El día que se te secan las lágrimas empiezas a superar el daño que te hace derramarlas. Voy a darme el tiempo que mis ojos necesiten. Y después... después ya no habrá marcha atrás.

La Nöche número 1 ya ha comenzado. A partir de aquí sólo cabe ir mejorando.

29 de noviembre de 2011

Despotismo y Algo Más...

Entre el despotismo de esta cruel vulgaridad aún arden los sueños y la libertad.
Somos insensibles desde la comodidad del "No tengo fuerzas para cambiar nada".
Lastimosamente el enemigo está detrás de una espesa niebla y de gente almidonada.

Ni todos los idiotas con cruces de madera, ni todos los países con cañones y banderas, no le han dado al mundo un golpe tan certero como el que nos han dado con el maldito dinero.
Nacemos esclavos del sitio en que nacemos, nos crían teniendo miedo a lo que desconocemos. Pasarás la vida pagando por tu vida a un hijo de puta que ha amañado la partida.

Miles de batallas no han buscado al enemigo, luchas que perdemos por no encontrar el camino. Ir a la raíz del verdadero cambio y saber que cuando llegues estaré junto a ti para tirar la primera piedra. Estaré junto a ti desenterrando a la vieja Libertad.

No vamos ganando y no hace falta mencionar que nunca lo haremos, al menos no en su juego.
Todo continúa, muchos hombres contra pocos que se esconden tras la escena, tras la cámara sin fotos.


Somos herederos. La lucha la empezaron otros, pero somos un relevo y la esperanza están en [ NosoTros ]

8 de noviembre de 2011

Deseos de cosas imposibles

Y poco a poco te vas dando cuenta de que los imposibles lo seguirán siendo por muchos lazos que te unan a lo que tú quisieras denominar ‘destino’, y que dejar pasar lo que de haber comenzado sería la historia de tu vida nunca es fácil, pero es lo que debes hacer. No siempre lo urgente es lo importante, ¿no? Y además, ¿en qué se basa esa efímera parte de ti que dice que hay algo más entre vosotros? No tiene razón de ser, no tiene cabida en esta historia, pero aún así te aferras como a un clavo ardiendo. Y ese clavo quema, pero no puedes soltarlo porque de hacerlo estás dejando escapar una parte de tu ser, esa que se va con aquella persona que nunca soñará con estar a tu lado, esa parte que se va a vivir a un mundo paralelo en el que todo salió bien y tú no perdiste oportunidades de oro cuando las tuviste en la palma de tu mano.


Supongo que los sentimientos hacia alguien no se olvidan nunca del todo, solo aprendes a vivir sin ellos hasta que te “olvidas” de que existen. El problema es que cada vez que veas a esa persona te seguirá encantando tanto o más que la última vez que cruzasteis las miradas. Y vuelves a pensar y a aferrarte a esa efímera parte que dice que en esa mirada hay mucho más que una buena amistad.

3 de octubre de 2011

Tus fantasmas me escupen a veces tu Recuerdo...

Dicen que a lo largo de nuestra vida tenemos dos grandes amores: uno con el que te casas o vives para siempre, que puede ser el padre o la madre de tus hijos... Esa persona con la que consigues la compenetración máxima para estar el resto de tu vida junto a ella....

Y dicen que hay un segundo gran amor, una persona que perderéis siempre. Alguien con quien naciste conectado, tan conectado que las fuerzas de la química escapan a la razón y os impedirán, siempre, alcanzar un final feliz. Hasta que cierto día dejaréis de intentarlo... Os rendiréis y buscaréis a esa otra persona que acabaréis encontrando.

Pero os aseguro que no pasaréis una sola noche sin necesitar otro beso suyo, o tan siquiera discutir una vez más...

Todos sabéis de qué estoy hablando, porque mientras estabais leyendo esto, os ha venido su nombre a la cabeza. Os libraréis de él o de ella, dejaréis de sufrir, conseguiréis encontrar la paz (le sustituiréis por la calma). Pero os aseguro que no pasará un día en que no deseéis que estuviera aquí para perturbaros.

Porque a veces se desprende más energía discutiendo con alguien a quien amas que haciendo el amor con alguien a quien aprecias.

29 de septiembre de 2011

Recomponiendo tu Vida

Es curioso cómo las personas rehacen su vida. Cómo son capaces de juntar uno a uno esos pedacitos de cartón maltratado y dejan atrás (o lo fingen) todo lo que un día les importó. Y aún es más curioso cómo, sin llegar a dolerte, te molesta dejar ir con otras personas aquéllos con los que un día fuiste feliz.

Qué curioso es esto del corazón humano...

5 de septiembre de 2011

I'm with you




























Sin John Frusciante no será lo mismo.

Dave Navarro, tú también me gustabas. Tú y tu minuto caliente.

Malditas Sagradas Escrituras....

- ¿Por qué quieres el libro?
- Porque crecí con él. Conozco su poder, y si lo lees lo sabrás. Seguir viviendo ya es un acto de fe, pero ellos no lo entienden, y yo no tengo las palabras adecuadas para ayudarles, pero el libro sí. Si tuviéramos ese libro... Imagínate qué diferente, qué justo sería este pequeño mundo si tuviéramos las palabras adecuadas para nuestra fe. La gente entendería de verdad porqué están aquí, qué hacen, y no necesitarían las peores motivaciones. No está bien tener escondido ese libro, hay que compartirlo con los demás, hay que propagarlo.
- ¿Y todo esto por un puto libro?
- ¡No es un puto libro!! Es un arma, un arma que apunta directamente al corazón y la mente de los débiles y desesperados. Con ella podremos controlarlos. Porque si queremos gobernar algo más que un puto pueblo debemos tenerla. La gente acudirá de todas partes, harán exactamente lo que se les diga si son palabras de ese libro. Ya ha ocurrido antes, y volverá a ocurrir.
- Maestro, ¿puede saberse cómo se llama ese libro tan poderos?
- Lo llaman La Sagrada Biblia, hijo.

Mucho Más Que Palabras

La forma más poderosa de apalancamiento y la primera que puede hacerte rico o pobre es la mente. El poder de la mente se lo dan las palabras, que son las herramientas con las que trabaja el cerebro. Las personas ricas emplean palabras ricas y las personas pobres emplean palabras pobres. Si empleas las palabras adecuadas en tu cerebro te volverás muy rico. Si empleas las palabras equivocadas tu cerebro te hará pobre. Aprender que hay palabras ricas y palabras pobres, palabras rápidas y palabras lentas, y aprender a distinguirlas... Es básico.


Robert T. Kiyosaki, (Retírate joven y rico)

11 de agosto de 2011

Con Dos Copas de Más

Hay canciones que, cuando las escuchas, hacen que se te salte más de una lágrima, y te pones a pensar en todos lo que se fueron y los que el día menos pensado se irán, y a ti, por egoísta y por posponer lo importante, no te ha dado tiempo a decir adiós.

Si te vas, esta mierda de mundo va a cogerme con dos copas de más.

Luego hay quien pregunta "¿Por qué no crees en Dios?" Porque ese hijo de la grandísima puta permite asesinatos, violaciones, guerras, bebés con cáncer, niños que nunca tendrán una infancia normal, madres en el hospital que dejan un par de huérfanos tras de sí, y mil millones de cosas más que ahora mismo no me apetece redactar. Si alguna vez veis a ese Dios al que tanto tiempo, sacrificio y dinero dedicáis, y por el que han sucedido cientos de guerras, decidle de mi parte que nos la ha jugado y bien, y que puede irse al maldito infierno.


Escucha esta canción y piensa en un amigo tuyo que haya muerto, quizá por causas naturales... o porque algún maldito borracho le atropelló y se lo llevó por delante, quedando él ileso, o al menos VIVO.

Excusas y más excusas

Ya no sé lo quiero, ya no sé si quiero estar contigo o decirte adiós, si quiero verte o borrarte de mi cabeza para siempre, si quiero darte un beso o apartar la mirada. Probablemente me lo esté ganando a pulso pero... No sé si quiero seguir adelante.


Excusas para no perderte.

5 de agosto de 2011

Siempre Quedarán las Cenizas de Este Amor

No sé por qué siempre que nos reunimos, da igual los años que hayan pasado, acabamos recordando viejos tiempos, y no solo con palabras. No me disgusta este juego, todo lo tenía claro mucho antes de volver a saber de ti, y por otra parte quizá pasen años hasta que volvamos a encontrarnos por casualidad en alguna calle del pueblo que nos vio jugar a enamorarnos un día tan lejano que a duras penas recordamos. Tampoco me disgusta no ser nada más allá, sinceramente no lo quiero ser, te conozco demasiado y lo suficiente como para estar tan loca de serlo.


Y es que hay veces en que te das cuenta de no importa el tiempo que pase, no importan las acciones y las lágrimas que se derramen, no importan las palabras que se digan ni la cantidad de gente que haya en contra. Siempre serás mi amor platónico, y no puedo hacer nada para barrer las cenizas que hay esparcidas donde muchos años atrás hubo una pequeña hoguera que no se apagaba por mucho que soplase el viento de poniente.


Pero eso no quiere decir que quiera volver a saber de ti.



[ Sing this song. Remind me that we'll always have each other... when everything else is gone ]

25 de julio de 2011

NeverMind....NeverForgotten

No prestes atención al hombre que se esconde tras la cortina.... Pero tampoco te olvides de que está ahí

Estúpida Nostalgia Sin Sentido

Nostalgia de todas esas historias que pudieron ser y no fueron, de todos los parches que pusiste creando segundas partes, de todos los besos que te perdiste por miedo de seguirlos, de todos los desastres con los que perdiste el tiempo y los errores que cometiste como consecuencia hiriendo a quien te importaba.

Nostalgia de lo que ya no será y quizá pudo haber sido. O quizá no. Nunca lo sabremos. Sólo sé que pienso en ti.... y me entran ganas de volver a enredarme en tu juego, ese que duró años sin llegar a empezar como tal. Caminos que se separaron por no saber mantenerlos unidos el tiempo suficiente para que se hiciera uno.

Para el caso, quizá sea mejor así. Habrías acabado haciéndome el mismo daño que a todas las demás. Y yo no quiero ser una más en tu lista de recuerdos a empaquetar.


Siempre serás una espina clavada, para bien o para mal porque las espinas... duelen.

MieDo



Miedo, de volver a los infiernos (que tanto me gustaron siempre), de quererte sin quererlo (y no poder dar marcha atrás, o peor aún, darla y perderte para siempre), de no verte nunca más (ni saber de ti, ni escuchar tu voz, ni mirar mi móvil y tener un mensaje tuyo, ni de sentir tu dedo en mi espalda...)

Miedo, siempre tenemos miedo a tantas cosas que ese sentimiento te impide avanzar, y seguir a tu corazón, y arriesgarte a perder, y querer, y vivir y soñar, y compartir un sueño y una parte de tu vida y mil cosas más que tengo miedo de compartir.

Todo se reduce a miedo. ¿Y qué si lo tengo? Es mi forma de ser en algunos terrenos, necesito mi tiempo y superar mi miedo a mi ritmo, suave, a fuego lento...


Miedo.

Oigo tu voz siempre antes de dormir... Y por eso tengo miedo a que me tengas miedo... A tenerte que olvidar.



Para empezar diré... Que esto no es el final.

17 de julio de 2011

Extrapolación, Parte II

Te convences de que no extrapolarás de forma física lo que los mortales llamamos “sentimientos”. Pero hay cosas que cuando empiezan son imparables. Y una vez cometido el pecado, ¿por qué no ser un reincidente? Más que menos, para el caso, viene a dar igual.


Días con sabor a novedad, a ilusión, a amaneceres acompañada y nöches sin dormir. Pero todo llega y todo pasa, y lo bueno siempre llega a su fin.


Dulces despedidas en la estación, siempre tan llenas de palabras que nunca se llegan a decir, aparentemente románticas y mágicas, llenas de emoción contenida, de un ¿cuándo te veré? ¡Si yo no quiero irme! ¡Quiero quedarme aquí contigo para siempre!. Salvo la que estás viviendo. Un adiós frío y sin vida, sin sentimientos ni aparentes ganas de un reencuentro. Rápido, casi como “por favor, súbete al puñetero autobús que estoy deseando irme, pesadilla”. No hay besos de última hora salvo si tú los das, no hay nada más allá de abrazos cálidos cargados de amistad y cariño. Y finges que no lo notas, sonríes, haces cuatro bromas, das un par de besos prácticamente no correspondidos y te vas con una sonrisa que quiere ser feliz y no sale de triste. Y ahora, ¿qué?


Silencio. Más silencio. Reflexiones. Hora de madurar. Debiste huir en su momento, y ahorrarte sufrir tontamente, porque en realidad tú no quieres que llegue a más pero tampoco que se quede en nada. Tú solo quieres continuar un poco más. Y aparentemente lo hace. Habrá que seguir dando tiempo al tiempo.


No sabes dónde va a llegar un beso, pero cuando surge… solo te queda la opción de continuarlo.Y no pienses que al final… Siempre, y reitero SIEMPRE, duele.

Extrapolación, Parte I

Un día, de repente, alguien irrumpe en tu vida. Tu vida. Sí, esa, la que el día anterior estaba plagada de parches, segundas partes e historias inacabadas. Esa que tanto te gustaba y en la que te sentías segura porque nadie la desestabilizaba. Tú tienes tus amigos, tus conocidos y tus derechos a roce, en mayor o menor medida, siempre disponibles o sólo en determinadas circunstancias. Pero no notas que te falte algo, con esos amantes de un solo día o de un mes entero tienes suficiente, es más, te encanta. Sin complicaciones, sin promesas, sin planes. Sin explicaciones. Libre. Sólo estás tú y todo lo que quieras hacer.


Como te decía. Tu vida parece perfecta, o al menos en la justa medida para hacerte sonreír casi a diario. Y entonces, alguien irrumpe en ella. El problema es que no lo notas. Al principio todo es muy normal, un nuevo amigo, risas, conversaciones interminables, una historia de mi pasado por aquí, un par de anécdotas por allá. Hasta que un día ¡BUM! Estalla la bomba. Se acabó. Te levantas, no habéis hablado en las últimas 52 horas. Mierda, las llevas incluso contadas. Y ahí comienza el delirio. No sabes cómo ni cuándo ni por qué, pero ha sucedido, y ya no tiene vuelta atrás. La drogodependencia empieza a crecer proporcionalmente a las horas que siguen pasando sin esa persona que ahora ocupa parte de tu tiempo, mente y energía. Y que también causa más de una sonrisa estúpida y sin sentido. El síndrome de abstinencia es demasiado molesto. Los minutos se hacen horas, agonía que aumenta de magnitud conforme avanza la más pequeña de las agujas del reloj. Hasta que al fin sucede. El teléfono suena y tu corazón parece que va a salir disparado, tus manos tiemblan mientras descuelgas y de repente… paz. Blanco, todo se ha vuelto blanco. Relajación. Oxígeno. Sonrisa. Y la conversación fluye, y el chute que llevabas horas necesitando desesperadamente ha sido inyectado. Tus músculos se relajan, tu cuerpo comienza a liberar endorfinas que invaden tu cerebro de una inmensa, adictiva y maravillosa… Paz.

Ya no es un simple amigo. Ahora la has jodido hasta el fondo, te has pillad… ¡NO!!! No pronuncies esa palabra, ni siquiera la pienses. Se te ha ido la olla, por completo. Te has dejado llevar porque hacía meses, quizá años, ni te acuerdas, que te sentías así. Has dejado de pensar de forma racional y tú misma te has traicionado. Ahora ya no tienes vuelta atrás, ¿o sí? Sí, siempre la hay, siempre hay una alternativa. La huída. Cobarde, vergonzante, ruin y de gallinas, sí, pero la única alternativa que tu mente es capaz de procesar. Huir. Huir o morir, sí, la muerte es la otra opción, no estás preparada para esto, no lo esperabas, no lo planeaste, no te hiciste a la idea y ahora es demasiado tarde para plantearlo porque no te da tiempo a procesar todo lo que conlleva.

Tiempo. Necesito tiempo. Tiempo para reflexionar, para poner mis ideas en orden, para estar sola, para pensar. Tiempo sin ti. Esa es la versión oficial. Pero en el fondo de tu interior, nada más lejos de la realidad, estás acojonada. Te ha vuelto a pasar. No es como si hubieras pasado años sin sentir algo por una persona, qué va, lo has sentido, y ha dolido, claro, pero esta vez es diferente porque es correspondido. O porque te gusta pensar que la otra parte de este tremendo caos estaría dispuesto a saltar al vacío siempre y cuando fuera agarrado de tu mano. Y eso te da miedo, sudor frío, pensamientos oscuros, escalofríos, pánico… Atracción. Totalmente opuestos e inevitablemente sentidos a la vez. Porque tu mente es gilipollas y se siente atraída por todo lo que no le conviene, como el miedo. Y piensas ¿cuántos miles de almas desean algo así? ¿Cuántos lo buscan sin éxito? Y aquí estoy yo, rechazando el amor en todas sus facetas, aunque solo sea una simple historia que podría durar unos días. Da igual, es algo relacionado con compromiso, con conectarse a una persona, con necesitar de otro, con echar de menos hasta que duela. No, tú no quieres eso. Y por ello has huido, y menos mal, lo necesitabas, ahora te sientes mucho mejor. Vuelves a ser libre, toda entera tuya y para ti, una vida tranquila que manejar a tu antojo. Hoy aquí y mañana allí, siempre con el silencio, ese dulce silencio, como compañía.

Los primeros días son geniales, una liberación, una nueva realidad. La vuelta al pasado, a tu normalidad, esa tanto terror te da perder: Independencia. El cuarto día llegan los problemas. Hay un hueco, una especie de vacío, algo te falta. ¿Cómo estaba antes relleno ese huequecito tan pequeñito y a la vez tan gigante como para que duela tanto? Buscas su anterior relleno, y te das cuenta de que no está por ningún rincón, porque antes ese hueco no existía. Era un hueco que se ha ido haciendo esa persona que irrumpió en tu un tanto descarrilada vida hace un par de meses. Y cuanto más tiempo pasa más grande es el hueco, y más difícil de rellenar después. Solo hay una salida: Aceptación.


Aceptación. Quinto paso del duelo. Tú sientes algo que va creciendo poco a poco pero imparablemente y no lo puedes evitar. Es tarde para huir, y aunque no lo fuera ¿por qué habrías de hacerlo? Encuentras 95 motivos por los que quedarte. Solo 5 por los que irte. Al final todo se resume en un porcentaje. Y aunque la mayoría aplastante de motivos para seguir con una historia que apenas acaba de empezar sea masivamente superior tú aún tienes dudas. Y sigues dudando durante días, hasta que una mañana te despiertas y decides dejar de pensar, porque pensar no lleva a ningún sitio bueno, pensar solo conduce a inhibir impulsos. Hay que vivir. Y para vivir hay que actuar. El 95 se ha convertido en un 100%. El porcentaje del corazón finalmente ganó al de la razón, ¿quién lo esperaría cuando lleva toda su vida perdiendo? Siempre hay un primer grito tras muchos años de silencio. Y ese porcentaje tiene sabor español.

Vuelta a la drogodependencia, a echar de menos, a sonrisas tontas, al miedo, a los nervios. Pero ya está hecho, y tú te hallas en un sin vivir. Gajes del oficio.

Despunto el lapicero a la vez q el Desconsuelo

Tendré que mirarte por un telescopio, buscar tu señal en la radio, subir en la nave sin un copiloto que sepa cruzar el espacio.  Y siguiendo la estela que deja el cometa, que va donde digan tus labios. Así me perdí en tu universo, de nöches fugaces y días extraños...

12 de julio de 2011

Lo nuestro es también eterno, entonces...

Y todo iba bien, hasta que se enamoró de una discípula de su Maestro, y ella se enamoró de él. Ambos conocían las Tradiciones; él sabía que no era su hombre, ella sabía que no era su mujer. Aún así, se entregaron el uno al otro, dejando en manos de la vida la responsabilidad de separarlos cuando llegase el momento. Esto, en vez de disminuir la entrega, hizo que los dos viviesen cada instante como si fuera el último, y el amor entre ellos pasó a tener la intensidad de las cosas que se tornan eternas porque saben que van a morir.

5 de julio de 2011

Querida Karen

Si estás leyendo esto significa que he tenido el valor para mandártelo. ¡Bravo por mí! No me conoces muy bien pero, si me lo permites, tengo tendencia a repetir una y otra vez lo duro que me resulta escribir… pero esto es lo más difícil que he tenido que escribir nunca. No existe una manera fácil de decirlo, así que simplemente lo diré: He conocido a alguien. Fue una casualidad, yo no lo estaba buscando, no lo planeé. Fue la tormenta perfecta. Ella dijo una cosa, yo dije otra… Cuando me di cuenta quería pasar el resto de mi vida en mitad de aquella conversación. Ahora tengo la sensación en mis entrañas de que puede ser ella. Está completamente chiflada, de una forma que me hace sonreír. Extremadamente neurótica. Y exige un mantenimiento exhaustivo. Ella eres tú, Karen. Ésa es la buena noticia.

La mala es que no sé cómo estar contigo ahora. Me acojona, porque si no estoy contigo inmediatamente tengo la sensación de que nos perderemos ahí fuera. Éste es un mundo enorme y malo, lleno de vueltas y recovecos, y basta con parpadear para que desaparezca el momento. El momento que pudo cambiarlo todo. No sé lo que hay entre nosotros, y no puedo decirte por qué habrías de saltar al vacío por alguien como yo. Pero hueles tan bien… como el hogar. Y haces un café excelente. Eso también es importante, ¿verdad?

Llámame.


Infielmente tuyo, Hank Moody.

30 de junio de 2011

Volver a RespiRar

Hoy he vuelto a caminar sobre las aguas. No en el sentido literal de la palabra. Digamos que hoy he vuelto a sentir el mundo a mi alrededor. He salido de mi habitación, no solo mi cuerpo, también mi mente, la que quedó atrapada entre esas cuatro paredes sin ventana ni puerta ni modo de escapar. Hemos salido agarradas de la mano, y bajado lentamente las escaleras, paso a paso, por si una sentía la necesidad de huir ante el terror que amenaza tras la puerta y la otra necesitaba fuerzas para impedirle regresar a su lenta y agónica muerte. No ha sido un descenso fácil, mi mente se resistía, parecía que cada escalón era un precipicio más grande que el anterior, y las dudas que habitaban la baranda de la escalera saltaban hacia ella acosándola y gritándole al oído que se diera la vuelta. No, no ha sido fácil en absoluto, pero allí estábamos ya, delante de la puerta de la casa.

Mi cuerpo, que tantas veces abriera esa puerta, la veía limpia y de fácil manejo, ligera aparentemente. Mi mente en cambio se asombró de los centímetros de acero que la componían, de las telarañas que cubrían su picaporte, del polvo acumulado durante horas y días y semanas. Llegó la hora de pararse a observarla hasta estar completamente segura de cómo cruzar el umbral. Fueron unos minutos intensos, tanto que casi parecieron horas de interminable locura mientras en mi mente se libraba una batalla campal en la que la sangre y el orgullo se derramaban por doquier. El dilema moral al que se enfrentaba no parecía tener un claro vencedor, hasta que sin previo aviso extendió un brazo y actuó. Actuó sin pensar, irónico tratándose de una mente, ¿no? Sea como fuere, el caso es que abrió la puerta, y no fue fácil. Era pesada, extremadamente pesada, las fuerzas comenzaban a flaquearle, las ideas intentaban salir atropelladamente de ella, la perspectiva de acabar con tanto dolor y volver a su rincón era tentadora, pero su orgullo, o algo dentro de ella que nunca llegué a saber lo que era, le hizo continuar. Ya no hubo quien la parase.

Soltó mi mano, ya no la necesitaba. Se había levantado y tomado las riendas de su vida. Ya no había quien se interpusiera en su camino. Rectifico, ya no hay quien se interponga en nuestro camino, en mi camino. Mente y cuerpo volvieron a ser uno. Y esa habitación del pánico fue derribada, mi mente se encargó de prenderle fuego sin pensarlo dos veces. No tenemos intención de volver allí. Nunca.

Como decía al principio. Hoy he vuelto a caminar sobre las aguas. He salido a la calle y un rayo de sol ha alcanzado mi rostro, y he cerrado los ojos de puro instinto, y mi mente se ha quedado en blanco. No quería pensar, llevo meses pensando únicamente. Quería sentir. Una brisa de aire me ha rozado y he notado mi piel estremecerse. Me he tumbado en el césped simplemente para ver crecer la hierba. He sonreído al ver a unos niños jugando y riéndose, he soñado con un atardecer en cualquier cala perdida de la costa de quiénsabedónde. He vuelto a sentir la vida a mi alrededor, más intensa que nunca. Como decía, he vuelto a caminar sobre las aguas. Hoy… Solo acaba de empezar.