11 de febrero de 2012

323

- Tienes suficientes razones para odiarme, lo sé, así que hazlo de una vez. Te entenderé.
- Es cierto, tengo trescientas veintitrés.
- ¿Trescientas veintitrés?
- Sí, las escribí en un papel, lo releí tres o cuatro veces y después lo quemé. Lo leí para intentar interiorizar esas razones ¿me entiendes? Para creerme todo lo que había escrito. Pero nada, me di cuenta de que no podía odiarte, y lo peor de todo es que sé que todo lo que escribí en ese papel es cierto, que eres la persona mas imperfecta que conozco, pero supongo que será por eso por lo que me gustas. Tu torpeza y tu forma de hacer todo del revés para después tener que ponerlo del derecho, aunque siempre tenga que aparecer yo para terminar de poner tu vida en orden.
- La verdad es que es cierto, sin ti no hubiese sabido qué hacer en la mayoría de las cosas. Siento haberte molestado.
- No me molesta, te dije que me gustaba cómo eras, a pesar de tener trescientas veintitrés razones para no volver a hablarte nunca más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario