Hoy me he parado a pensar por un momento, sin dejarme llevar por la corriente del tiempo, imaginando que corría lento, yendo hacia atrás, saliéndome de dentro para ver lo que no vuelve más. Allí donde se cruzan los caminos detuve mis pasos, en la encrucijada del destino, y pensé en mi caso.
Brindemos por los amigos con quienes lo pasaste tan bien, que ahora se cruzan contigo y hacen como que no te ven. Por la familia a la que solo ves en ocasiones (ocasión de bodas, de bautizos y de comuniones). Por el amor, por lo que pudo ser y no fue. Por aquel momento exacto en que perdí la fe. Por todo eso y más, por un día triste y aquellas cosas que sentí y que tú también sentiste.
Quiero brindar la copa, el vaso y la botella. No pienses, tiene que haber momentos como este, sin tiempo ni lugar, así cueste lo que cueste.
Y es que el ayer es como la arena que se escapa entre los dedos, lo malo no lo olvido, lo bueno me lo quedo, y lo demás lo guardo dentro aunque no quiera, para sacarlo a la luz cuando menos me lo espero.
Quién me iba a decir a mí que hoy iba a estar donde estoy ahora. Aún no sé si el odio muere o solo se transforma. Ojalá que exista algo por los que rompen las normas, por los que nunca ganan, por los que pierden siempre, por nosotros.
Brindemos por el pasado. Decíamos que no cambiaríamos nunca, pero hemos cambiado, ¿verdad? Para lo bueno y para lo malo, endurecidos a base de palos. brindemos por los pequeños detalles, y por la gente que vive el presente con desgana. Por los que lo echarán de menos cuando sea mañana. Por las tardes, las nöches, los jóvenes, los viejos. Por el reflejo que me devuelve el espejo.
Brindemos por eso.
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