Despedidas. Esas que realmente no lo son, que solo suponen una buena excusa para alargar lo que tanto te está costando dejar ir. Viajes que no deberían existir. ¿Para qué? Para una nueva etapa fuera del tiempo, como si por llamarlo "Viaje de despedida" u "Homenaje" te diera una buena razón para no buscar los contras. Como si por llamarse así todo estuviera permitido.
Y en mitad de tu estado de furia, autocompasión y arrepentimiento te sorprendes recordando ese viaje rural que tú ya tenías planeado y que nunca fuiste capaz de regalar por sentirte totalmente fuera de lugar. Y tantas otras cosas que nunca hiciste.
Y vuelve la ira. Por escribir así, por recordar esto y lo otro, por la autocompasión y por intentar fingir que no te acuestas en Grecia y te despiertas en Londres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario