Avería. Avería... y Redención. Sobre todo avería. El otro aún no da señales de andar cerca. Volvemos a las andadas, pequeña. Cartas para nadie. De nuevo. Ya casi no recordaba lo que eran. Vuelta a la rutina maravillosa del fuego. Fuego, ese que te consume por dentro y no te deja ser racional, ni positiva, ni realista. Me canso de esta situación, pero ahora mismo tampoco la sé frenar. Será que ya me tocaba un periodo de flagelación.
Cuento las horas que quedan para mi redención.
Pd: Lo peor de las cartas para nadie es cuando tienes noches enteras de insomnio para escribirlas. A veces el insomnio es mejor que dormir, porque soñar no lo puedes evitar. Recordar, dentro de lo que cabe... sí. Acabaré por ser encerrada en una celda de paredes acolchadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario