Al final, cuando disfrutas una ciudad es cuando tienes gente con quien disfrutarla. Quiero decir. Un día tu mundo se viene abajo. Estás tan mal en casa que ya directamente no tienes donde ir. Tu trabajo no te llena. Tu vida sentimental se ha ido a tomar por culo. Los pocos amigos que hiciste han volado de vuelta al hogar.
Y entonces, mientras meditabas en un parque una tarde de Sol en que sopesabas cuánto tardarías en reconstruir los pedacitos que ahora son tu vida, alguien se acerca mirándote en la distancia. Sonríe. Sonríes. Y ahí... comienza tu nueva vida.
Descubres que la casa donde vives ahora es mejor de lo que nunca fue la anterior, que tus compañeros de piso van camino de convertirse en tus amigos, que poco a poco vas descubriendo todos esos sitios a los que nunca fuiste... Parques, pubs, discotecas, cafeterías... Gente. Gente, gente y más gente. Y también, una semana después, te das cuenta que eres afortunada por el trabajo que tienes. Y llegas al hospital una mañana y de repente, sin motivo aparente, tienes muchas ganas de ir a trabajar. Y ya no tienes tantas ganas de cambiar de trabajo... Gente. Lo que yo decía.
La conclusión a la que llego es, que al final todo pasa por alguna razón. Es curioso que tenga que destrozarse mi vida entera para que yo comience a vivir, para darme cuenta de que estaba en un curioso Standby sin ser consciente, que no me dejaba avanzar. Y cómo, finalmente, tienes que romper los huevos para hacer la tortilla. Si miras hacia atrás... todo tiene sentido. Curiosa forma esta de avanzar a base de palos...
En definitiva, mi periodo Standby se ha terminado. Reiniciamos, y que siga así durante, al menos, mucho tiempo. Por lo que pueda venir después...
Reitero. La vida se disfruta cuando tienes gente con quien compartirla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario